14 de Diciembre, 2021
Teníamos que buscar coincidencias que fortalezcan el hábito de la lectura, le decía a Anita, sabíamos que teníamos una gran aliada en la Biblioteca del colegio, nos acercamos a Isabel, con emoción empezamos un diálogo de anhelos, de amor por el libro y sobre todo de compromiso para encender más luces entre los libros y los alumnos.
Las reuniones pasaron a formar parte de nuestros horarios para no desvanecernos ante las grandes proyecciones. De hecho que faltaban más ideas, además empezamos a sentir la sobrecarga, así que era imperioso tentar un integrante más, nos reunimos con Rodolfo de Gestión Cultural y de inmediato aceptó.
El grupo estaba completo, tanto así que las reuniones se daban en un clima ideal, cada día los aportes individuales pasaban a un colectivo de diálogos entusiastas y distendidos, así consolidó la primera gran idea: La feria virtual del libro esencialmente tenía que ser orden formativo que de orden económico, si bien ambos sentidos iban juntos, decidimos que tuviese mayor peso lo formativo y para ello, estructuramos un programa cultural que acompañe a la venta de libros.
Todo estaba listo, sólo faltaba que el equipo de Comunicación nos diera el primer espaldarazo aprobando el proyecto, luego éste, tenía que ser aprobado por el Consejo Directivo.
Nunca perdimos la fe y el proyecto fue aprobado. Manos a la obra:
Empezamos con las charlas sobre hábitos lectores y estrategias para la difusión de la lectura, luego los cuentacuentos. Dada la coyuntura, reunimos a tres escritores que los denominamos “autores del bicentenario”, ellos no sólo eran autores consagrados de la literatura peruana, sino que habían escritos sendos libros durante la pandemia y publicado en pleno aniversario. No podía faltar la música, para ello invitamos a dos profesores, connotados músicos que han sido reconocidos internacionalmente por crear y difundir nuestra música. Finalmente, no podían faltar los protagonistas: Los alumnos que llenaron un espectro que nos llevó desde la promoción de la feria virtual del libro, hasta talleres de diseño gráfico como de booktubers.
La experiencia fue ardua y emocionante, fueron cuatro días de disfrute, cada paladar tuvo los sabores de la palabra, el sonido peruano y el imaginario insólito de la pasión por los libros.
Las charlas tuvieron grandes experiencias, sus ejemplos marcaron rutas singulares para obtener el hábito por la lectura. Un ponente magnífico invitó a su hija adolescente para comentar su relación con los libros y de cómo en casa, la lectura es un espacio lúdico, de diálogo y de crecimiento.
Los escritores bicentenarios llamaron la atención de cómo germinó el oficio de escritor a través de la lectura, el cine y la música, así como la experiencia del primer amor cuando todo es ilusión para palpitar.
Los músicos nos comentaron de la tradición de musicalizar poemas y llevarlos a la música clásica, enorme trabajo que da cimiento a nuestra identidad nacional. Un trabajo encomiable que nos llena de orgullo porque mostramos al mundo un rostro auténtico de nuestra cultura.
Los alumnos trajeron a colación el episodio de una novela hispanoamericana para hacernos pensar sobre la necesidad de conocer nuestro país a través de la literatura.
Pasaron unos días donde el descanso fue necesario y tuvimos una gran sorpresa, un grupo de alumnos me hicieron llegar una propuesta superlativa: “Profesor, queremos promover la idea de formar Comunidades de lectores” en el colegio.
Consideramos que hemos dado un paso importante, sin embargo, la experiencia nos dice que hay que seguir removiendo la tierra, las luces se apagan más de las que se prenden y las columnas van cayendo para alzarse nuevamente, sólo abriendo un libro nos dará la luz necesaria para mirar todo nuestro camino marianista.